D. Martín de Salvatierra, Obispo de Ciudad Rodrigo (1591-1604)

centrode octubre 14, 2013 0
D. Martín de Salvatierra,  Obispo de Ciudad Rodrigo  (1591-1604)

Introducción

            El pontificado de D. Martín de Salvatierra en Ciudad Rodrigo se desarrolló entre 1591 y 1604. Su paso por la diócesis durante estos catorce años se dejó notar, sobre todo por haber convocado el sínodo de 1592, el último que tuvo lugar en Ciudad Rodrigo hasta el celebrado por el obispo Mazarrasa en 1889.

            Había nacido en 1525 en la ciudad de Vitoria, incluida entonces en el obispado de Calahorra y La Calzada. Estudió en la Universidad de Salamanca y a la edad de 30 años obtuvo una canonjía en la iglesia colegial de su ciudad[1]. Desde 1562 ejerció como inquisidor en las inquisiciones de Murcia, Llerena[2], Valencia y en el Consejo General de la Suprema. Durante esta etapa actuó contra los alumbrados en Extremadura y Andalucía, donde se detectaron focos hacia 1570[3].

Obispo de Albarracín y de Segorbe

            El 23 de julio de 1578 fue consagrado por el Nuncio Filippo Sega obispo de la diócesis de Albarracín, en Aragón[4] (Foto 1). Llegaba don Martín a su diócesis un año después de la desmembración de las iglesias de Segorbe y Albarracín[5]. Junto a la labor pastoral, Salvatierra, siguiendo el mandato de Felipe II, dedicó sus esfuerzos a averiguar las villas, lugares y rentas reales que los Reyes de Aragón habían empeñado y enajenado de la corona, diligencia que en palabras del propio obispo “fue muy odiosa a los aragoneses” por lo que su majestad decidió trasladarlo en 1583 al obispado de Segorbe, en el reino de Valencia (foto 2)[6].

             No fue precisamente el segobricense un tranquilo pontificado para nuestro obispo. Aguilar lo define como “el más pesado y el más difícil de narrar entre todos los de Segorbe[7]. Las aguas no bajaban mansas. La ciudad mantenía un pleito sobre su señorío entre la Corona y el Duque de Cardona. Precisamente, según declaración del propio prelado, Salvatierra procuró defender el derecho real sobre el señorío de la ciudad[8]. Además, aún estaba muy reciente la decisión de Felipe II, confirmada por la bula de Gregorio XIII, de la separación de las diócesis de Segorbe y Albarracín, las cuales pasaban a depender de las metrópolis de Valencia y Zaragoza, respectivamente. El Cabildo segobricense se había opuesto férreamente a la división por sentirse perjudicado. Los problemas con una parte del Cabildo fueron constantes, en especial por el asunto Salelles[9] y los derivados de la jurisdicción y administración de la Iglesia, en particular por el Patronato de los dos Canonicatos Curatos[10]. En 1589 el nuncio Grassi escribía al cardenal Montalto que las relaciones entre el obispo y su cabildo eran muy turbulentas[11]. Las relaciones con el cabildo y posiblemente también con la población morisca animaron al obispo Salvatierra a dirigir varios memoriales y cartas al rey solicitando su traslado. Estando vacante la sede apostólica de Ciudad Rodrigo, por fallecimiento del obispo Pedro Maldonado, en enero de 1591 se comunica a don Martín la decisión de aquella merced. La Corona propuso el traslado a la Santa Sede[12]. El 15 de mayo de 1591 Sixto V notificó al rey la promoción del obispo de Segorbe a Ciudad Rodrigo (Foto 3). El propio obispo nos da cuenta de ello:

            “Después, el año de 1591, abiendo servido en Segorve ocho años, mando su Majestad al dicho obispo fuese a le servir al obispado de Çiudad Rodrigo, por sacarlo de los peligros y temeridad de la gente de aquel Reino….”[13]

Episcopado civitatense

            Una de las primeras actuaciones del nuevo prelado fue la convocatoria de un Sínodo Diocesano, conforme a los mandatos del Concilio de Trento. Como sínodos precedentes, constan el que celebró don Diego de Muros en 1491, algunas de cuyas constituciones sobre diezmos se incluyen en el sínodo de Salvatierra[14]. F. Sierro, señala otros: el de don Juan Pardo de Tavera hacia 1514 y el de don Diego de Simancas entre 1564 y 1568[15].

            El Sínodo dio comienzo el 19 de abril de 1592 y se celebró en la capilla de la Librería del claustro de la Catedral (foto 4), con la asistencia de prácticamente todos los beneficiados de la diócesis, el abad del Monasterio de la Caridad y el del Cabildo de Ciudad Rodrigo[16]. Publicadas las Constituciones Sinodales en 1595, Salvatierra dio un edicto (24 de enero de 1596) ordenando a los beneficiados, vicarios y curas del obispado que enviaran a buscar un ejemplar “con seys reales[17]. El Sínodo se ocupó de legislar sobre todo lo concerciente a la vida del obispado: doctrina cristiana, lugares y objetos de culto, provisión de beneficios, administración de sacramentos, vida moral del clero, jurisdicción eclesiástica, diezmos, visitas a iglesias y parroquias, liturgia, supersticiones, etc…, todo recogido en 73 constituciones distribuidas en cinco libros. El sínodo trataba de ordenar pues la vida del pueblo cristiano, orientando y corrigiendo costumbres, así como aplicando las resoluciones tridentinas. Los mandamientos de los prelados de los siglos XVII y XVIII en sus visitas pastorales a las parroquias de la diócesis de Ciudad Rodrigo inciden muchas veces en puntos de los cuales ya se había ocupado el sínodo de 1592, lo que evidencia la pervivencia de determinados comportamientos y costumbres tanto de los feligreses como de sus pastores (fig. 1).

            Los mandatos querían llegar pues a cualquier rincón de la vida diocesana, incluyendo la integración religiosa de la minoría morisca que, después de la Guerra de las Alpujarras (1568-1570), había sido repartida por Castilla. Kamen ha definido el bienio 1568-1569, en el que se desarrolló la Guerra de Granada o de las Alpujarras, como la peor etapa del reinado de Felipe II[18]. En Ciudad Rodrigo fueron confinadas unas cincuenta familias granadinas, procedentes de Huéscar, La Puebla, Castril, Baza, Vera, Purchena, Orce, Los Vélez y Murcia[19]… En el Libro Primero, título 7 De supplenda negligentia, capítulo 2º, del Sínodo celebrado por Salvatierra se recogía el mandato “que en cada Parrochia donde huviereMmoriscos, el cura o su lugarteniente haga una lista de todos ellos, por la qual vea, si oyen Mssa, y confiessan: los cuales multen, no lo hacienzo en un real por cada vez, para la lumbre de la Iglesia“. El Rey estuvo obsesionado por la conversión y cristianización de la población morisca. En 1579 el obispo de Ciudad Rodrigo Andrés Pérez informaba al rey de que el morillo que le había enviado para doctrinarle y bautizarle “se va instruyendo en lo necesario para recibir el santo sacramento del baptismo[20]. Durante los años ochenta la Corona se planteó qué hacer con esta población. Se barajó su expulsión, opinión que mantenía Salvatierra. Si ello no se llevó a cabo fue por la falta de disponibilidad de una flota y de un ejéricto, pues las fuerzas militares estaban ocupadas en la guerra de Europa[21].

            Con población morisca en Ciudad Rodrigo y su interés por la integración religiosa, no debe pues extrañar la inclusión de un capítulo en el sínodo de 1592 sobre esta minoría. Además, no se olvide tampoco que don Martín de Salvatierra había tenido contacto con los moriscos en las tierras del Levante, primero como inquisidor y luego como prelado en Albarracín y Segorbe. En Segorbe intentó reformar las costumbres de la población morisca, y sobre la cuestión escribió y mandó imprimir un memorial dirigido a Felipe II. González Dávila dice acerca de esto que “suplica en el acabe con esta gente, declarandola por enemiga del bien publico. Supieronlo los Moriscos, trataron de matarle…[22]. El obispo era partidario no sólo del destierro sino del exterminio[23]. Es probable, en opinión de D. Mansilla, que una de las decisiones de la Corona para llevar a efecto la división de aquellas diócesis fuera el gran número de moriscos[24].

            El Sínodo advierte también contra hechicerías, adivinos, conjuros y contra los que usan de ensalmos y supersticiones, prácticas que fueron perseguidas por los inquisidores de Llerena en sus visitas al obispado de Ciudad Rodrigo[25]:

            “Todos los hechizeros y hechizeras, agoreros y agoreras, sortilegos, adevinos, y los que van a ellos para que le manifiesten las cosas futuras, son ipso iure descomulgados, y mandamos , que do quiiera que los curas lo supieren, luego nos lo manifiesten; y los eviten de las horas, y de esto le inquiera en la visita.” (Lib. V, Tit. 8, cap. 1º).

            Ese mismo año, el 21 de octubre, realizó su visita pastoral a la iglesia de Monsagro, villa de señorío episcopal. En la visita a la iglesia se siguió el ritual acostumbrado: dijo misa, visitó el Santísimo Sacramento, los óleos y crismas, se entonaron himnos y oraciones, se rezaron responsos por los difuntos y después confirmó a los niños[26]. En el mismo mes intentó visitar las cuentas del Hospital de la Pasión, a lo que se opuso la Junta de la institución. Ese año visitó también algunas parroquias en el campo del Yeltes, caso de Santa Olallla y La Fuente de  San Esteban. Dos años más tarde hizo la visita pastoral a Bermellar, Fuenteguinaldo y Castillejo de dos Casas. En todas ellas dictó mandamientos. En ellos se advierte el espíritu tridenttino del prelado;  así, aparte de preocuparse por la enseñanza de la doctrina cristiana y la administración de sacramentos como el matrimonio, intentó reformar y corregir determinadas costumbres, como la del obispillo del día de San Esteban en Bermellar[27]. Mantuvo también sus forcejeos en un ruidoso pleito  con los premostratenses de La Caridad, al intentar visitar la parroquia de San Blas en aquel monasterio y de retirar el derecho a los monjes de nombrar al cura de Robledillo. Los frailes impidieron la visita, a lo que Salvatierra reaccionó retirando las licencias. Ello le costó la reprimenda del metropolitano de Santiago que le amenazó con la suspensión del ofcio pontifical y el entredicho. Don Martín apeló sin resultado a Roma. Finalmente logró del Consejo el derecho a visitar la parroquia de San Blas, lo que hizo el 13 de mayo de 1601[28].

            Siguiendo el mandato real, envió varias relaciones de las personas eclesiásticas del obispado de Ciudad Rodrigo que podrían ocupar obispados y dignidades. Lo hizo, que sepamos en  1593 y 1601[29] y dió cuenta también del valor de las rentas y pensiones del obispado[30].

            En 1594 el obispo Salvatierra mandó a Roma su “Relación del estado eclesiástico de todo el obispado de Ciudad Rodrigo…“, cumpliendo así con el mandato tridentino de la visita ad limina que obligaba a presentar una relación o informe sobre la diócesis[31]. Se trata de una auténtica radiografía sobre su obispado, en la que el prelado informa de la composición del cabildo, de las parroquias e iglesias, de los conventos, de la provisión de beneficios, de los hospitales, de la visita pastoral…

            En su informe señala Salvatierra la causa por la cual no se había ejecutado el mandato del Tridentino respecto a la erección del Seminario, alegando la cercanía de la Universidad de Salamanca y las enseñanzas que se impartían en el monasterio de San Agustín (foto 5). Por la propia declaración del prelado sabemos que fundó dos Seminarios, en la Universidad salmantina y en Vitoria, su ciudad natal[32]. Estaban estos dedicados a San Prudencio, patrón de Vitoria[33].

Martin de Salvatierra

            Junto a la relación, don Martín remitió a Roma algunos dubia o cuestiones para las que solicitaba respuesta. La mayor parte de ellas hacen alusión a problemas del Cabildo catedral, tales como las distribuciones que percibían los capitulares a pesar de no asistir al servicio de la catedral; la reunión del Cabildo y los beneficiados durante la celebración de la misa conventual y horas canónicas, con lo que no se asistía a los oficios divinos; vida ostentosa de los clérigos; impago de diezmos de las propiedades particulares de las personas eclesiásticas, etc…[34].

            Durante su pontificado se fundó en la ciudad el convento de Franciscas Descalzas, para el cual cedió el obispo Salvatierra la iglesia de San Isidoro que, aunque parroquial, no tenía feligreses, a decir de Hernández Vegas[35]. Se sabe que dirigió un memorial a Felipe II, pretendiendo se le devolviera la tierra, villas y lugares de la Riva Coa que pertenecieron al obispado de Ciudad Rodrigo, memorial del que dio traslado al Papa suplicando lo mismo[36].

            Hombre enérgico, de temperamento fuerte, en ocasiones colérico, las relaciones con el Cabildo civitatense no debieron ser muy cordiales. Cinco capitulares testificaron ante el inquisidor Simón de Gaztelu en 1603 sobre algunas declaraciones del obispo en lo tocante a que los sacerdotes amancebados no consagraban a Dios sino al diablo; si bien, reflexivo, se había retractado públicamente, ante los capitulares y en la misa mayor. Otro sacerdote testificó que el obispo le había presionado para que le refiriera secretos de confesión y poder así castigar los excesos de sus súbditos[37]. Orgulloso, acostumbraba a decir que un ángel no hablaba con más pureza que él.

            Todo ello y la edad debieron ir mermando las fuerzas del prelado. Después de 40 años de servicio, diecisiete en la Inquisición y 23 de vida pastoral, Salvatierra estaba cansado. En 1601, viendo cercano el fin de sus días, suplicaba al Rey “se sirva V.M. dar otro pastor a estas ovejas“, en tanto pedía se le dejara “poder acabar de todo punto los seminarios, de que doy quenta cuenta en un memorial, y la vida donde V.M. fuere servido[38]. Testamentó ante el escribano de su majestad y de número de Ciudad Rodrigo, Gerónimo Cabezas el 4 de diciembre de 1604 y murió en Ciudad Rodrigo el 13 de aquel mes y año. El Cabildo de la Villa decía dos misas cantadas con diáconos por su alma, los primeros lunes de cada mes en la iglesia de San Salvador, donde fue enterrado al lado del Evangelio, para lo cual dejó una dotación de cien ducados de renta sobre tercias y alcabalas reales[39] (foto 6). Tiempo después, sus restos fueron trasladados a Vitoria y depositados en el panteón de la capilla del Colegio Seminario de San Prudencio, donde se le levantó una estatua y se le dedicó el siguiente epitafio:

HIC JACET ILLUSTRISS. DD. MARTINUS DE SALVATERRA, PHILIPPI II. HISPANIARUM REGIS CONSILIARIUS, ET IPSIUS FISCUS IN SUPREMO HERETICAE PRAVITATE YNQUISITORIUM CONSILIO, EPISCOPUS OLIM SEGORBE, ET ALBARRACIM, ET MIROBRICA, REGIS VECTIGALIS CONSILIORUM, VISITATOR GENERALIS COLEGIORUM DIVI PRUDENTIJ IN HAC VICTORIAE CIVITATE, ET ALTERIUS SALMANTICENSIS FUNDATOR, ET PATRONUS, OBIJT ANO A NATIVITATE DOMINI M. DCIV.[40]

            La sede estuvo vacante hasta finales de agosto de 1605, cuando desde Roma se dio la bula de nombramiento como nuevo prelado civitatense a favor del cordobés don Pedro Ponce de León, dominico. La consagración no tendría lugar hasta el 30 de octubre en el convento de San Esteban de Salamanca, ceremonia presidida por el prelado de Córdoba, al que asistieron los de Zamora y Quito[41].

APÉNDICE DOCUMENTAL

Memoria del tiempo que a que es obispo [don Martín de Salvatierra] y reside en Çiudad Rodrigo

 y de los officios que a tenido y tiempo que a servido

A.G.S. Patronato Eclesiástico. Leg. 136

            Don Martin de Salvatierra, que al presente es obispo del dicho obispado, fue consagrado por obispo el mes de julio del año de 1578 a titulo del obispado de Alvarrazin, en Aragon abiendo servido de inquisidor apostolico contra lo (sic) herejes, en las inquisiçiones de Murçia, Llerena, Valençia y en el Consejo de la Santa General Inquisiçion diez y siete años, desde el año de 1562, por la satisfaccion que su magestad que santa gloria aya tubo de la fidelidad y zelo con que le avia servido en el discurso y castigo de grande discurso de hereges que a la sazon ubo en las dichas inquisiçiones y en aber descubierto la secta de los alumbrados en Extremadura y el Andaluzia, y sperando que asi le serviria en las alteraçiones que a la sazon estaban mobidas en las ciudades de Alvarrazin y Teruel, que le querian negar a su magestad el particular señorio que vuestra Magestad tiene en aquellas çiudades, lo qual se hallaron por fuerça de armas. Asi mesmo por mandato de su magestad averiguo y descubri todas las villas y lugares, montes, dehesas y rentas reales que los señores Reyes de Aragon abian empeñado y enagenado de la corona real de Aragon y a que personas, y por que cantidades, y saco de los archivos reales de Barcelona este estado de las scripturas que sobre ello abian passado, y por que esta diligencia fue muy odiosa a los aragoneses, mando su magestad al dicho obispo, abiendo residido en Albarrazin çinco años, le fue a servir al obispado de Segorve en el Reino de Valencia el año de 1583, donde a la sazon se trattaba pleito entre el fisco real de Vuestra Magestad y el duque de Cardona, sobre el señorio de aquella çiudad de Segorve y su stado, en que el obispo procuro quanto pudo deffender el derecho real fundandolo en derecho.

            Despues, el año de 1591, abiendo servido en Segorve ocho años, mando su Magestad al dicho obispo fuese a le servir al obispado de Çiudad Rodrigo, por sacarlo de los peligros y temeridad de la gente de aquel Reino, y a diez años que reside sirviendo en el officio pastoral con el zelo, fidelidad y vida exenplar que sus feligreses manifiestan y en particular al Rei nuestro señor que santa gloria aya con mas de veinte mill ducados con las pagas de subsidio y escusado, pensiones, hombres de armas y dineros de contado, que quisiera fueran millones de oro.

             No refiere lo mucho que demas de esto a gastado en servicio de Vuestra Magestad y de sus vasallos en dos seminarios que a fundado y dotado en la Universidad de Salamanca y en la çiudad de Vittoria donde es nattural, en que a gastado mas de 35.000 ducados, la mayor parte dellos del patrimonio de sus padres y de los salarios que gano en los dichos officios.

José Ignacio Martín Benito


[1] J. J. de LANDÁZURI Y ROMARATE (1976): Obras históricas sobre la provincia de Álava. Vol. III. Historia eclesiástica de la m.n. y m.l. provincia de Álava. Los varones ilustres alaveses, pág. 345. Vitoria.

    [2]Como es sabido, al distrito de la Inquisición de Llerena pertenecía el obispado de Ciudad Rodrigo. Véase F. SIERRO MALMIERCA (1990): Judíos, moriscos e inquisición en Ciudad Rodrigo. Salamanca.

    [3]“Memoria del tiempo que es obispo [D. Martín de Salvatierra] y reside en Çiudad Rodrigo y de los officios que a tenido y tiempo que a servido”. Archivo General de Simancas (AGS). Patronato Eclesiástico, Leg. 136.

Sobre los alumbrados véase J. L. GONZÁLEZ NOVALÍN (1980): “La Inquisición española y el movimiento espiritual de los alumbrados”. En Historia de la Iglesia en España. III-2º. La Iglesia en la España de los siglos XV y XVI,  Madrid, B.A.C. pp.146-159.

    [4]V. GUITARTE IZQUIERDO (1994): Episcopologio español (1500-1699). Españoles obispos en España, América, Filipinas y otros países. Roma, Impreso en Burgos, pág. 88, nº 555. Se da también cuenta de la fecha en Memoria del tiempo que es obispo … A.G.S. Patronato Eclesiástico, Leg. 136.

    [5]D. MANSILLA REOYO (1994): Geografía eclesiástica de España. Estudio histórico-geográfico de las diócesis. 2 Vols. Véase Tomo II, pp. 388 y ss. También, F. AGUILAR (1890): Noticias de Segorbe y su obispado. Segorbe.

    [6] Memoria del tiempo que es obispo… (AGS). Patronato Eclesiástico, Leg. 136. Sobre el paso por Albarracín F. CORNELLAS: Catálogo de los reverendísimos obispos de Santa María de Albarracín. Barcelona, 1604.

    [7]AGUILAR, Op. cit .pág. 282.

    [8]Memoria del tiempo que es obispo … A.G.S. Patronato Eclesiástico, Leg. 136.

    [9]AGUILAR, Op. cit .pág. 288 y ss. También en P. L. LLORENS RAGA (1973): Episcopologio de la diócesis de Segorbe-Castellón. Madrid, C.S.I.C. pág. 312.

    [10]LLORENS, Op. cit., pág. 307-308, citando a F. VILLAGRASA: Antigüedad de la iglesia catedral de Segorbe y catálogo de sus obispos. Valencia, 1664, pág. 198.

    [11]Archivo Embajada cerca de la Santa Sede, leg. 18, fols. 198-210. La cita es de D. MANSILLA, Op. cit. Tomo II, pág. 396, nota 351.

    [12]Francisco González de Heredia al obispo de Segorbe. Madrid, 26 de enero de 1591. A.G.S. Patronato Eclesiástico, leg. 136.

    [13]Memoria del tiempo que es obispo … A.G.S. Patronato Eclesiástico, Leg. 136.

    [14]A. GARCÍA (1987): Synodicum Hispanum. IV. Ciudad Rodrigo, Salamanca y Zamora, Madrid. B.A.C. pp. 7-11. D. Martín de Salvatierra había celebrado sínodo también en Segorbe en 1586, con 34 títulos tomados literalmente del sínodo de Toledo y siguiendo casi al pie de la letra los del Concilio de Trento. AGUILAR, Op. cit., pág. 286-288.

    [15]F. SIERRO, Op. cit. pág. 64, nota 8.

    [16]Estuvieron ausentes el vicario y cura de Sahelices el Chico, el beneficiado de Ituero, el de Casillas, el de Fonseca, y el de Las Eljas. Constituciones synodales del obispado de Ciudad Rodrigo con algunos decretos del sannto Concilio de Trento y motus propios de los summos pontifices, hechas y ordenadas por don Martin de Salvatierra, obispo del dicho obispado, del Consejo Real del Rey nuestro señor, en 19 de abril de 1592. Salamanc 1595, Pedro de Adurça, impresor. Se conserva un ejemplar en el Archivo diocesano de Ciudad Rodrigo, entre los libros procedentes de la parroquial de Lumbrales. Hay otro ejemplar en la biblioteca del Seminario.

    [17]Edicto inserto en libros de La Fuente de San Esteban y de Fuenteguinaldo (este último roto).

    [18]H. KAMEN (1998): Felipe de España, Barcelona, pág. 224.

    [19] Se conservan listas de moriscos, elaboradas por el corregidor de Ciudad Rodrigo en los años 1590, 1595 y 1596, contemporáneas, por lo tanto del pontificado de don Martín de Salvatierra. F. SIERRO, Op. cit. pp. 47 y ss.

    [20]A.G.S. Patronato Eclesiástico, Leg. 136.

    [21]H. KAMEN, Op. cit., pág. 229.Una opinión simillar, al abordar lso inconvenientes políticos de la expulsión, comparten R. BENÍTEZ y E. CÍSCAR (1979): “Conversión y expulsión de los moriscos”. En Historia de la Iglesia en España. IV.La Iglesia en la España de los siglos XVII y XVIII. B.A.C.. Madrid, pág. 303.

    [22]G. GONZÁLEZ DÁVILA (1618): Theatro eclesiástico de las ciudades e iglesias catedrales de España. Vida de sus obispos y cosas memorables de sus obispados. Tomo I. “Teatro Eclesiástico de la iglesia de Ciudad-Rodrigo…” pág. 42.

    [23]R. BENÍTEZ y E. CÍSCAR: Op. cit. pág. 278. citando a P. BORONAT (1901): Los moriscos españoles y su expulsión. Vol I. pp. 612-634.

    [24]D. MANSILLA, Op. cit., pág. 391.

    [25]Visita de 1584. “Se jacta la dicha Constança de Carabeo de que es hechicera y trata de hechiceros que inbocan al demonio y tienen pacto con él… y que una noche fue… a casa de un hechiçero, que juntamente con ella hiçieron un çerco y otras cosas, para saber en que estado estaba un hombre preso, lexos de allí, con quien ella estaba amançebada…”; “Domingo Rodriguez, pastor… fue testificado de averle oido jactarse de que invocaba al demonio y hablaba con él para que le guardase el ganado”; “Elena López fue testificada por un sacristán… de que le pidió un poco de Olio Sancto para haçer unos hechiços para unos casados que andaban desabenidos…”; “Juan Hernández, pastor.. d.e Bañobarez… que sabía mentar para guardar su ganado… y que deçia para hacer el conjuro…. Visita de 1603: Isabel y María Alvarez de Barijan,  y María de Quiroga (hechizo para amores). Todo ello en F. SIERRO, Op. cit., pp. 98, 100, 120, 150…

    [26]Archivo Diocesano de Ciudad Rodrigo. Libro 1933, Monsagro.

    [27]Archivo Diocesano de Ciudad Rodrigo. Libros 1 y 2 para La Fuente de San Esteban y Santa Olalla. Bermellar (Lib. 444); Fuenteguinaldo (Lib. 1224; Castillejo de dos Casas (Lib. 845, inserto en el de Aldea del Obispo).

    [28]Narra todo esto el autor del Libro Becerro de la Caridad. Archivo Diocesano de Ciudad Rodrigo, fols. 163 a 168. Por equivocación da la fecha de la visita e 13 de agosto de 1605 (fol. 166 r). Lo recoge también y rectifica la fecha M. HERNÁNDEZ VEGAS, Op. cit., pp. 75-76.

    [29]“Relaçion de las personas ecclesiasticas que don Martin de Salvatierra obispo de Çiudad Rodrigo propone a su Majestad por su mandado. Para le poder servir, en yglesias y dignidades ecclesiasticas, las quales residen en el dicho obispado deste presente mes de enero 1593 años“; “Memorial de las personas que al presente ay en el obispado de Çiudad Rodrigo que pueden servir a su Majestad en visitas de capillas y hospitales reales,  y en abadías, dignidades y prebendas de yglesias catedrales” ,1601 y “Memorial de las personas mas dignas para poder tener obispados que al presente residen en el obispado de Çiudad Rodrigo“. 1601. A.G.S. Patronato Eclesiástico, Leg. 136.

    [30]“Memorial de lo que a valido el obispado de Ciudad Rodrigo en cada uno de los años de 1558, 1599, 1600 y de las pensiones que al presente tiene y paga y del subsidio y escusado y de sus calidades“. A.G.S. Patronato Eclesiástico, Leg. 136.

    [31]Esta relatio ha sido publicada por TELLECHEA, Op. cit., pág. 85 y ss.

    [32]A.G.S. Patronato Eclesiástico, Leg. 136.

[33] Para la fundación del Colegio Seminario de San Prudencio de Vitoria, véase J. J. de LANDÁZURI Y ROMARATE (1976): Obras históricas sobre la provincia de Álava. Vol. I. Historia civil, eclesiástica, política y legislativa de la m.n. y m.l ciudad de Vitoria. Los compendios históricos de la ciudad y villas de la m.n. y m.l. provincia de Álava, pp. 227-230. Vitoria.

    [34]TELLECHEA, Op. cit., pp. 26-30 y 90-94.

    [35]M. HERNÁNDEZ VEGAS (1935): Ciudad Rodrigo. la Catedral y la Ciudad. tomo II, pág. 76.

    [36]Carta del obispo D. Pedro Gómez de la Torre al P. Flórez. La publica F. FITA (1913): Caliabria y Ciudad Rdorigo. BRAH, LXIII, pág. 267.

    [37]Archivo Histórico Nacional. Inquisición, Libro 1988 nº 58A. Transcribe la relación de la visita del inquisidor F. SIERRO, Op. cit., pp. 148 y ss.

    [38]Salvatierra a Felipe II. Ciudad Rodrigo 1 de septiembre de 1601. A.G.S. Patronato Eclesiástico, leg. 136.

    [39]Archivo Diocesano de Ciudad Rodrigo. Libro Becerro del Cabildo de la villa, nº 592.

[40] J. J. de LANDÁZURI Y ROMARATE (1976): Obras históricas sobre la provincia de Álava. Vol. I. Historia civil, eclesiástica, política y legislativa de la m.n. y m.l ciudad de Vitoria. Los compendios históricos de la ciudad y villas de la m.n. y m.l. provincia de Álava, pág. 230. Vitoria.

    [41]GUITARTE, Op. cit., pp. 120-1221, nº 767.

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