Croniquillas y necrologios de la Guerra Civil (36)

centrode octubre 8, 2016 0
Croniquillas y necrologios de la Guerra Civil (36)

La saca del 8 de octubre: fosa del camino a Gazapos. Necrologio de Fuenteguinaldo

Ángel Iglesias Ovejero

 

Después de casi dos semanas sin sacas carcelarias comprobadas, las operaciones macabras colectivas se reanudaron en octubre, con vecinos de Fuenteguinaldo, pueblo importante en el contorno, situado entre El Rebollar y el Valle de Azaba. Los presuntos motivos para el inmerecido castigo eran los mismos que en otras localidades vecinas. En el pasado más reciente, los intentos de oponerse a la sublevación mediante procedimientos rudimentarios: corte de la carretera a la entrada del pueblo, guardia nocturna encargada de mantener el orden. Sin remontar mucho en el tiempo, también tenían que ver con los proyectos reformistas de la última corporación republicana, que no solo atañían a varios latifundios enclavados en el término del pueblo, sino a las gestiones para la roturación de los terrenos comunales, sobre todo la dehesa boyal, cuya ocupación fue denunciada por los labradores riquillos guinaldeses.

Como ya hace algún tiempo se expuso (Iglesias 2010b), una operación en todo análoga a la de El Bodón (croniquilla del día 11 de septiembre) se produjo con los detenidos en Fuenteguinaldo el 7 de octubre, oficialmente puestos en libertad en la madrugada del día 8, pero de hecho entregados a las fuerzas de Falange para su ejecución a la vera del camino de Gazapos, cerca del antiguo monasterio de La Caridad, de donde fueron exhumados sus restos mortales en 2006 (Iglesias 2008a). En ambos casos, de la detención mediante llamadas al ayuntamiento de las futuras víctimas, y no cazas al hombre como en Robleda, se encargaron los Institutos armados y no las Milicias Fascistas, aunque éstas participaran en las actuaciones de las sacas. Según la información oral, los detenidos el 7 de octubre de 1936 fueron más numerosos todavía que en El Bodón, entre 18 y 22 personas, principalmente miembros de la Casa del Pueblo y cargos del Ayuntamiento, que fueron puestos en un camión para su conducción a Ciudad Rodrigo bajo la custodia de los Carabineros y la Guardia Civil de Ciudad Rodrigo (FG 2007a), aunque el protagonismo atribuido a esta última no parece corroborado por la información documental. Los había convocado el alguacil o detenido la Guardia Civil y los Falangistas. En Ciudad Rodrigo, gracias al valimiento de personas influyentes y del llamado “Monsagreño”, que tenía fábrica de harinas en Fuenteguinaldo, tres de ellos se librarían de la subida al camión de la muerte: Adrián Vicente Herrero, Alfonso Salicio Sánchez, ambos socios de la Casa del Pueblo y concejales, y Bonifacio Sánchez Méndez, fundador de la Casa del Pueblo, primer alcalde republicano y padre del alcalde en funciones antes del golpe militar, Francisco Sánchez Álvarez. Este último estaba huido en la dehesa del Potril y, antes o  después, fue sorprendido y amenazado de muerte en su casa, pero en última instancia fue salvado por el secretario del ayuntamiento, Cipriano Ferreira (FG 2005, FG 2007b), circunstancia que no se recoge en la causa que se les instruyó a ambos en 1938 (C.84/38). En ausencia del alcalde, murió en detención sangrienta el teniente de alcalde, Esteban Carreño Tendero (croniquilla del 14 de agosto).

Los testimonios familiares añaden que, al día siguiente de la detención, a excepción de los tres vecinos mencionados, los detenidos de Fuenteguinaldo fueron conducidos por carabineros a La Caridad, que los facciosos utilizaban como cárcel (aunque no hay constancia oficial de que fuera así por entonces), y no muy lejos de allí serían fusilados. El lugar más o menos exacto se supo por el testimonio de una persona a quien conocía Alejandro Zato Salicio, natural de Ciudad Rodrigo, y con la que éste conseguiría hablar desde el camión macabro. Así quedaría constancia del paradero de aquellos guinaldeses, viajeros ya por un camino sin vuelta. Las viudas y otros familiares, sin embargo, no pudieron ver los despojos de estas personas asesinadas, después de haber hecho el camino a pie, pues no los dejaron acercarse (FG 2007a). Otro testigo, desde un teso, observó la ejecución y contó entre 20 y 22 disparos (FG 2005). Si esto último es cierto y el número de disparos correspondiera al número de víctimas, ello supondría que en aquella ocasión hubo fusilados procedentes de otras detenciones, pues la mencionada relación contaba 17 detenidos y tres de ellos se habían librado de los disparos a quemarropa. Ahora bien, por la relación de entradas y salidas de la cárcel de Ciudad Rodrigo, hoy sabemos que el día 8 de octubre de 1936 salieron otros tres detenidos que nunca volvieron a sus hogares, uno de Fuenteguinaldo y dos de Casillas de Flores, respectivamente: Nicolás Marcos Morán, Antonio Álvarez Martín y Antonio Cánovas Mesa. Pero la conjetura más probable es que éstos fueran ejecutados o, al menos, enterrados en una fosa de Aldeanueva de Portanobis (croniquilla del pasado 16 de julio pasado).

Por la documentación del archivo municipal de Ciudad Rodrigo (AMRC, Desaparecidos 1936) hay constancia de que los detenidos ingresados en la cárcel de Ciudad Rodrigo eran 17 personas. Sus nombres coinciden en las listas correspondientes a las órdenes de entrada y de salida de la cárcel, emitidas por la Autoridad Militar:

1 Timoteo Feliciano Mateos Ríos (vecino de Casillas de Flores),  2 Alfonso Salicio Sánchez, 3 Evaristo Sánchez Pérez, 4 Ramón Castaño Durán, 5 José Alfonso González, 6 Adrián Vicente Herrero, 7 Juan Valiente Salvador, 8 León Herrero Galán, 9 Valentín Rodolfo, 10 León Pacífico Flores Aldehuelo, 11 Simón Moreiro Herrero, 12 Bartolomé Mateos Alonso, 13 Nicolás Sánchez Martín, 14 Bonifacio Sánchez Méndez, 15 Matías Mendo Mateos, 16 Agapito Carreño González, 17 Alejandro Zato Salicio.

En la lista de entrada se indica la fecha y la hora: “Ingresaron a las 21horas del día 7 de octubre de 1936”. Y se añade la fecha de salida: “Fueron puestos en libertad el día 8 de octubre de 1936”. En dicha documentación aparece también el Expediente personal de los detenidos, con la lista de éstos, y al final la misma indicación de la fecha y hora de entrada y de salida: “21 horas del día 7 de octubre de 1936” y “4 horas del 8 de octubre de 1936”, respectivamente. En el apartado de “vicisitudes”, de un modo uniforme  para todos y cada uno, se mencionan la procedencia de los detenidos, la fuerza encargada de la conducción, el concepto del motivo de la detención y la responsabilidad jurídica militar. Todo ello a la altura de la indicación de la hora de entrada (aquí se escribe en cursiva la información manuscrita inserta en el formulario): “Ingresó en esta Prisión procedente de Fuenteguinaldo, entregado por fuerzas de carabineros, en concepto de detenido a disposición del Juzgado Militar con oficio del Sr. Juez Instructor militar que se une a este expediente”.

A la altura de la indicación de la hora de salida: “Es puesto en libertad en esta fecha el sujeto de este expediente en virtud de orden del Sr. Juez Instructor que se une a este expediente”.

Debajo: “El Jefe. Jerónimo Maíllo”, con la firma ilegible de este jefe (director de la prisión). Y a la izquierda del nombre y la firma, un sello: “Prisión de Partido Ciudad Rodrigo” (está borrado u olvidado en el expediente de Alejandro Zato Salicio).

De estos expedientes se deduce que las personas detenidas estuvieron en la cárcel siete horas. Es de suponer que “el Sr. Juez Instructor [Militar]” practicara interrogatorios individuales o colectivos, muy expeditivos, pero suficientes para formarse una opinión, si es que no la tenía ya formada. Ningún detenido tenía “antecedentes” (aparte de León Herrero Galán, de quien, probablemente por error mecánico, se dice que tiene, pero no se especifican esos antecedentes) y era la primera vez que todos y cada uno de ellos estaban en prisión. En consecuencia, “el Capitán Juez, Marcelino Ibero”, daba la orden a dicho Jefe de la Cárcel de Ciudad Rodrigo para la puesta en libertad de los presos:

Sírvase poner en libertad a los detenidos a mi disposición, vecinos de Fuenteguinaldo, que al respaldo se relacionan, por no encontrar cargo alguno contra los mismos; y otro de Casillas de Flores. Dios guarde a V. m[ucho]s a[ño]s. Ciudad Rodrigo, 8 octubre 1936. El Capitán Juez. (Firmado) Marcelino Ibero.

Como era ya sabido por los testimonios, la mayor parte de estos detenidos no fueron puestos en libertad sino muertos “por arma de fuego”, conforme al protocolo macabro de las sacas (Iglesias, Represión franquista: 116). A ello se alude en otros documentos de expedientes incoados a instancia de determinados familiares en 1978-1979. Así sucede con el Informe del Jefe de Policía Municipal (21/05/1979), a instancia de Visitación Medina Vicente, viuda de Simón Moreiro Herrero (infra):

Según resulta de datos obrantes en el Archivo del Depósito Municipal procedentes de la extinguida Prisión del Partido, Simón Moreiro Herrero ingresó en referida Prisión a las 21 del día 7 de octubre de 1936, siendo puesto en libertad a las 4 de la mañana del día 8 del mismo mes y año, en unión de los diez y seis restantes que ingresaron. Al ser puestos en libertad a la puerta les esperaba una furgoneta [en] que fueron trasladados al paraje de La Caridad según es público y notorio y al igual que otros fueron ejecutados y enterrados en fosa común, donde en la actualidad yacen” (AMCR, Viudas, en Desaparecidos 1936).

El paraje aludido sería el camino de Gazapos, donde fueron exhumados los restos de las víctimas allí enterradas y trasladados al cementerio de Fuenteguinaldo. Entonces se les dedicó una placa conmemorativa en un acto de homenaje organizado por el ayuntamiento (presidido por el alcalde Jesús Vicente) y algunos familiares de aquellos muertos, con participación masiva de los vecinos del pueblo. Un ejemplo casi único, que no ha tenido mayores ecos ni imitadores después por parte de las autoridades, ni siquiera en esta localidad.

El necrologio de Fuenteguinaldo es de los más amplios de la comarca mirobrigense. Incluye vecinos que ya han sido mencionados en estas croniquillas:

Esteban Carreño Tendero, de 28 años, hijo de Juan y Cándida, jornalero, casado con Juana Santos Castaño, padre de tres hijos. Falleció en detención sangrienta en el mismo ayuntamiento (croniquilla del pasado 14 de agosto).

Nicolás Marcos Morán (a) “Calderero”,  de 37 años, hijo de Tiburcio y Mónica, jornalero, casado con Trinidad Palos Hernández, de cuyo matrimonio quedaban dos hijos. Según el acta de defunción, tardía, falleció en el término de Ciudad Rodrigo el día 7 de octubre de 1936, a consecuencia de “heridas de arma de fuego”, sin indicación del lugar donde fue enterrado (RCFG, act def. 15/03/1944), pero algunos de estos datos pueden ser erróneos, a juzgar por la documentación del archivo municipal de Ciudad Rodrigo (Desaparecidos 1936). Ingresó en la prisión de Ciudad Rodrigo, como “detenido militar”, el 24 agosto de 1936 y salió el 8 de octubre de 1936 en una presumible saca, con dos vecinos de Casillas de Flores, cuyos restos estaban en una fosa de Aldeanueva de Portanobis (Castillejo de Martín Viejo). Allí se practicó una exhumación en 2010, sin que fuera posible la identificación de los restos de tres personas (croniquilla del pasado 16 de julio).

La mayoría de los guinaldeses sacrificados sucumbieron en la saca carcelaria de la madrugada del día 8 de octubre de 1936, ejecutados y enterrados en los aledaños de La Caridad, indicación que no suele figurar en las actas de defunción, todas ellas tardías (entre 1940 y 1944) y redactadas conforme a la misma fórmula (fallecimiento a consecuencia de “heridas recibidas por arma de fuego”, sin indicación precisa del lugar, “en el término de Ciudad Rodrigo”, ni de enterramiento).

José Alfonso González, de 37 años, hijo de José y Luisa, jornalero, vocal de la STT, casado con Ascensión Carreño Sánchez, de cuyo matrimonio quedaba un hijo. Dos personas con los apellidos de esta víctima, Ricardo y Arsenio, figuran en el atestado de una reyerta notificada por el sargento de la Guardia Civil al Gobernador, en la que habían intervenido siete personas el 8 de enero de 1936 (P.Incidencias 1935-36). Pero no se tiene constancia de la relación que pudiera existir entre este incidente y el asesinato de José.

Agapito Carreño González, de 25 años, hijo de Sixto Doroteo y Calixta, jornalero, concejal, casado con Gumersinda Palos Salvador, de cuyo matrimonio quedaban dos hijos; sería cuñado de Juan Valiente, pues lleva los mismos apellidos que la esposa de éste. El secretario Cipriano Ferreira, que era de los que habían participado en las denuncias y formación de expedientes, declaró que este vecino y Nicolás Sánchez habían sido detenidos por la Guardia Civil y “en noviembre de 1936 no habían vuelto por el pueblo” (C.84/38: f. 27).

Ramón Castaño Durán, de 24 años, hijo de Justo y Melchora, jornalero, casado con Mariana Plaza Martín, de cuyo matrimonio quedaban tres hijos.

León Pacífico Flores Aldehuelo, de 34 años, hijo de Esteban y Joaquina, jornalero, casado con Cristina Martín Hernández, de cuyo matrimonio quedaban cinco hijos.

León Herrero Galán, de 37 años,  hijo de José y María Antonia, jornalero, presidente de la STT, casado con Martina Flores Aldehuelo, de cuyo matrimonio quedaban cuatro hijos; debía de ser cuñado de León Pacífico Flores, pues su esposa lleva los mismos apellidos que éste. Un hijo de ambos, Hilario, transmite el testimonio de la viuda, ya fallecida (informe, 2004). No se le conocían actividades políticas. La pareja de guardias civiles irrumpió en el domicilio familiar y, en presencia de su esposa y de sus cuatro hijos, sin acusación ninguna, lo llevó al ayuntamiento, donde estaban otros detenidos, que de allí condujeron a la cárcel de Ciudad Rodrigo. “[Al día siguiente] el suegro fue a llevarle [a la cárcel de Ciudad Rodrigo] zapatos y tabaco, el carcelero le dijo que los habían sacado temprano y se habían oído disparos en el término de la yugada Cantarranas, hoy conocido como La Caridad”.

Bartolomé Mateos Alonso, de 34 años, natural de Esporlas de Mallorca (provincia de Baleares), hijo de Laureano y Ciriaca,  jornalero, soltero, sin antecedentes penales (Exped. FG).

Timoteo Feliciano Mateos Ríos, de 29 años, hijo de José y Adela, vecino de Casillas de Flores, jornalero. Fue detenido el 7 de octubre con los vecinos de Fuenteguinaldo (ver croniquilla del pasado 16 de julio).

Matías Mendo Mateos, de 39 años, hijo de Andrés y Juana, jornalero, casado con Petronila Sánchez Corral, de cuyo matrimonio quedaban dos hijos.

Simón Moreiro Herrero, de 29 años, hijo de Domingo y Valentina, jornalero, concejal, casado con Visitación Medina Vicente, de cuyo matrimonio quedaban dos hijos.

Valentín Rodolfo, de 41 años, natural de Ciudad Rodrigo, de padres desconocidos (expósito, indicación que se toma por apellido), jornalero, casado en segundas nupcias con Eusebia Corral López, de cuyo matrimonio quedaban dos hijas. Una de éstas, Emiliana Rodolfo Corral, afirma que tenía actividades sindicales (informe, 2003). Ella misma fue testigo de la detención de su padre, que también presenciaron su madre y los vecinos. Lo subieron al camión, con otros, y no volvieron a saber más de él, aunque suponían que los falangistas lo habrían detenido en el monasterio de La Caridad y asesinado en sus aledaños.

Nicolás Sánchez Martín, de 33 años, hijo de Miguel y Eladia, jornalero, casado con Magdalena González Morán, de cuyo matrimonio quedaba un hijo.

Evaristo José Sánchez Pérez, de 29 años, hijo de Martín y Efigenia, labrador (quizá jornalero), concejal, casado con Manuela Sánchez Álvarez, de cuyo matrimonio quedaban dos hijas; sería cuñado del alcalde republicano, a juzgar por los apellidos de su esposa. Su hija Josefa (informe, 2003) fue testigo de la detención, que también presenciaron la esposa y los vecinos de Evaristo. La efectuaron “las fuerzas militares de los falangistas”, lo subieron para un camión y no lo volvieron a ver.

Juan Valiente Salvador, de 32 años, hijo de Jerónimo y Juliana, jornalero, casado con Irene Carreño González, de cuyo matrimonio quedaba una hija; sería cuñado de Agapito Carreño, pues su esposa lleva los mismos apellidos que éste. Quizá tuviera el empleo de sereno, que le concedió la corporación municipal republicana, después de una votación, a Juan Valiente, sin otro apellido (AMFG, act. ses 20/06/36).

Alejandro Zato Salicio, de 32 años, natural de Ciudad Rodrigo, hijo de Manuel y Encarnación, jornalero (“hojalatero”), casado con Eusebia Benito, de cuyo matrimonio quedaban dos hijos. Según su hijo José (2003, 2005), Alejandro Zato fue detenido por los falangistas y la Guardia Civil, cuando estaba poniendo cristales en la iglesia, en presencia de su esposa y de los vecinos  (FG 2006). Lo subieron por la fuerza para un camión, junto con otros, y ya no tuvieron noticias de él por parte de quienes se lo habían llevado ni de las autoridades. Afirma que hubo varios testigos de que a su padre y a otros veinte aproximadamente los echaron en una fosa próxima al monasterio de La Caridad. No se le conocían actividades políticas, pero el pretexto de la detención fue que, siendo hojalatero y por encargo, había fabricado un remate para el asta de la bandera sindical de la UGT, constituido por una a hoz y un martillo (que José Zato conserva).

Como es sabido y se ha evocado más arriba, los restos efectivamente se hallaron en el otoño de 2006. José Zato Benito, asesorado y ayudado por Bonifacio y Teresa Sánchez, hijos del alcalde republicano Francisco Sánchez Álvarez, fue promotor incansable de esta búsqueda, fundada en los frágiles testimonios de un carretero que, casualmente, encontró su padre y con quien habló, ya camino del matadero, y de algún pastor que oyó los tiros. Un testimonio bien transmitido, gracias al encargado de la finca de La Caridad, Alfonso Gómez.

Dos años después de ejecutados, por las declaraciones e informes en la causa seguida contra el alcalde republicano Francisco Sánchez y el secretario municipal Cipriano Ferreira (C.84/38), se supieron las acusaciones que presumiblemente se habían vertido en el otoño de 1936 contra los gestores y sindicalistas sacrificados entonces (Iglesias 2010c). Casi todos ellos, al caer la tarde del domingo 19 de julio, habían participado en un servicio de vigilancia denominado “guardia roja”, junto a la ermita del Cristo, cuya misión era sin duda impedir la entrada de los fascistas en el pueblo. Para ello habían atravesado en la calle dos carros  (pertenecientes al vecino Pablo Mateos Casillas), provistos de “una farola encarnada”, y “seis u ocho hombres [fueron] armados de escopetas”. Al frente de éstos se hallaba el Alcalde en persona, también provisto de una escopeta, que le había prestado y enseñado a manejar el Secretario. Entre los componentes de esta guardia, algunos declarantes recordaban a Agapito Carreño y Nicolás Sánchez. La Guaria Civil señaló a otros: Nicolás Marcos, Juan Valiente, Valentín Rodolfo, Matías Mendo, Simón Moreiro y Bartolomé Mateo. Y, por último, algún testigo creyó haber visto a Esteban Carreño.

Se podría incluir en este necrologio a Victoriano Gómez Hernández, natural de Fuenteguinaldo, que a efectos de estadística se ha contabilizado con los vecinos de Ciudad Rodrigo (croniquilla del día 30 de agosto). Se completa con dos víctimas mortales indirectas hasta ahora identificadas, aunque seguramente son más numerosas:

Juan José Francisco Alfonso, alguacil. Según testimonios, después de haber sido utilizado para que, con dos carabineros, avisara a los detenidos, fue detenido él mismo y subido al camión. Finalmente fue golpeado a culatazos, de lo cual quedó malherido. Y de resultas de todo ello, vuelto a su casa, se metió en la cama y vino a morir.

Alejandro Zato Benito,  de 19 meses, hijo del citado Alejandro Zato Salicio.

La amplitud de la violencia sangrienta en Fuenteguinaldo, como en Robleda, ahorró trámites procesales a los represores encargados de la represión la vía judicial militar. Solamente el Alcalde y el Secretario fueron procesados y condenados a 25 años de prisión “por rebelión”. También hubo un maestro depurado y cinco vecinos sancionados por el Capitán General de la VII Región Militar con unas multas descomunales, tanto que alguno de ellos quedó arruinado de por vida (Iglesias 2011b).

El total de vecinos afectados por la represión en Fuenteguinaldo es de unas 25 personas hasta ahora identificadas:

-          Víctimas mortales: 17 (2 indirectas)

-          Víctimas carcelarias: 6

-          Depurados: 2 (uno de ellos también preso)

-          Sancionados, embargados: 5.

En esta fecha debería conmemorarse la saca carcelaria de algunos vecinos de Casillas de Flores, cuyo necrologio se avanzó al día 16 de julio (croniquilla). Puede dejarse para mañana el recordatorio, con el añadido de otra víctima identificada.

 

 

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